1x11 La descendiente de Avarosa
En medio de una guerra, un joven hombre arrastra su espada por el campo de batalla dejando una gruesa línea allá por donde camina. Si algún enemigo va en su encuentro el hombre sonríe, y con una gran agilidad mueve su gran espada y le asesta con brutalidad al enemigo; cortándolo por la mitad.
Estas tribus; abandonadas a su suerte luchan por sobrevivir. El frío invernal de Freljord no deja que nada crezca y las tribus se enfrentan unas a otras para coger lo que puedan y así sobrevivir.
Finalmente el líder de la tribu enemiga se rinde y se retiran dejando sus pertenencias, al hombre joven. Celebran la conquista pero no malgastan la comida. La racionan intentando ahorrar el máximo posible.
Una de las noches unos enemigos les asaltaron. La tribu pudo repeler la primera oleada. Pero no se esperaban el diablo en estado puro.
Una sombra apareció. Blandía una espada que desprendía una aura negra y oscura. Con el silencio de la noche el fantasma se movía con agilidad. El primero en caer fue el joven de la espada. Al ver la espada se dió cuenta que estaba viva y tenía sed de sangre. Sin poder parar lo inevitable la tribu fue rápidamente acabada. La cruel espada mágica y su dueño habían eliminando cualquier destello de esperanza. El joven Tryndamere observó impasible como habían caído uno a uno.
Con el odio y la rabia desprendiendo de sus poros se lanzó hacia él con su último chillido de guerra. La figura oscura, al ver tal desolación lo apartó a un lado con su espada, hiriendo mortalmente.
El joven bárbaro, de nuevo sin poder defender a los suyos observó con horror como el destructor acababa con su hogar al tiempo que sentía como su vida se extinguía.
La sombra cuando estuvo satisfecho de tal destrucción se rió. Tryndamere cerró los ojos junto con su último aliento. Escuchando los gritos moribundos de sus aliados unidos con la risa macabra de la sombra. La rabia lo consumió.
Deseó tener el poder de vengarse.
Fue escuchado.
Con ayuda de la espada se levantó. Desprendía olor a muerte y rábia. Con un nuevo grito desolador se enfrentó a la sombra.
Si él moría el invasor también.
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La sombra se le acercó de un salto y al verlo apenas muerto se rió. Abrió sus brazos como enseñando lo orgulloso que estaba de tal creación y desapareció entre las sombras.
Tryndamere cayó sobre sus piernas derrotado.
Durante días merodeó solo por Freljord. Lo buscaba de aquel ser. Y mientras lo hacía derrotaba uno a uno cada tribu enemiga que se encontraba.
Junto con su rabia se forjó, se volvió un hombre con una fuerza que hasta los reyes temerían.