Un grupo de gente vestidos de blanco hablan en una tienda. Debaten hacia que lado deberían avanzar. Se escucha el rugido feroz del viento y la puerta cede, abriéndose de par en par.

Dos guardias se acercan tratando de bloquearla. El viento pelea intentando atravesar la puerta pero un tercer guardia llega para acabar de ganar la batalla. Mientras tanto Ashe (vestida con el traje de Freljord) debate con sus compañeros ajena a la tormenta que hay desatada fuera. 

Propone tácticas, pero sus compañeros no creen que sea la mejor idea. Dos de ellos son veteranos. Habían luchado al lado de su madre. Los otros dos eran amigos de combate cercanos. Tenían aproximadamente la misma edad.

Ashe parece encontrarse en una encrucijada. Ninguna idea es lo suficientemente buena para traspasar la tormenta.
Finalmente decidieron partir juntos como pelotón, creando un figura circular con los soldador por si se veían atacados. La tormenta no dejaba ver nada a partir del medio metro.

Finalmente después de una semana vieron el final de la tormenta. De entre la oscuridad se veían unos rayos de sol, y justo en ese momento fueron sorprendidos por una tribu rebelde.

La lucha duró todo el día, los rayos de luz que habían visto desaparecieron y con la noche una poderosa tormenta helada llegó. Todo se oscureció y el silencio reinó en la feroz batalla. Ashe se había desmayado.

El sol la despertó. La tormenta había acabado, y al alzar la vista observó los cadáveres de sus amigos esparcidos por la nieve. La mayoría de ellos cubiertos por la nieve. Busco superviviente. Tanto de los enemigos como de los aliados. No había ninguno. 

Freljord estuvo 2 semanas de luto. Ashe decidió que en honor a sus hombres jamás volvería a usar el traje tradicional de Freljord. Y al despojarse del traje descubrió que su cabello se había convertido en un color blanco como la nieve.  Se miró al espejo y tocó su cabello. Recordó a sus amigos. Observó fijamente. Con una sonrisa torcida supo que de esta forma jamás los olvidaría.