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1x03 Hermanas de Sangre

Unas escaleras llegan al inicio de la ciudad donde se encuentra una estatua, es la viva imágen de Avarosa y justo a su lado una gran puerta. 


Tras ella una gran calle. Alrededor se encuentran tiendas, grandes y acogedoras. En el final de la calle un pequeño río rodea un inigualable castillo separándolo de la ciudad.


Pero no hay nadie en las calles y no hay ruido alguno.


Anivia se posa en el hombro de la estatua.


“Esta ciudad que ves ahora fue construida en los tiempos de las Tres Hermanas… durante los siguientes años de la Gran Guerra, Freljord resurgió de sus cenizas. El pueblo seguía unido y con un solo propósito. No repetir los errores del pasado.
Poco a poco construyeron un lugar para vivir. Un futuro esperanzador se alzaba tras la victoria creada por Avarosa y Serylda.


Pero toda guerra tiene un precio a pagar.


Lissandra, sin poder mirar hacia delante decidió permanecer cerca del abismo. Se aïlló y sus hermanas lo permitieron. Si los Vigilantes volvían alguien debería tener un ejército cerca. 


O eso querían creer.


Mientras el pueblo construía su hogar, Lissandra junto algunos seguidores de los antiguos gobernantes construía su venganza. Durante los años siguientes el odio creció en ella. Poseyéndola y anulando cualquier atisbo de bondad. 
Tenía una venganza y una misión que llevar a cabo.


Usó el objeto mágico que los Vigilantes le habían regalado. Transformándola. Otorgándole nuevos poderes a cambio de un pequeño coste, su visión. Destruyendo su pasado, creando un nuevo futuro y un destino al que servir. Durante los siguientes años, aprendió a utilizarlos.


Una noche de tormenta, mientras el pueblo dormía se fue en su busca. Era su momento, nada ni nadie podría detener su venganza.


Avarosa se encontraba en el bosque. Practicaba con su arco. Lissandra sin ser vista se le acercó. Avarosa sintió el mal y al girarse se congeló. 

​

Un monstruo similar a los Vigilantes se hallaba ante ella. Pero lo que más le horrorizó fue saber quién era. Sabía que esos ojos sin vida eran de su querida hermana menor.


Lissandra, se acercó a ella, Avarosa dejó caer su arco. La Seeker le arrancó el corazón a la vez que su hermana le tocaba sus ojos muertos junto con su último suspiro.


Más tarde Serylda encontró el cuerpo de su hermana, algunos Freljordianos dijeron que había sido la Bruja del Hielo. 
Serylda, con una hermana asesinada y otra desaparecida vagó durante días por el bosque. Una noche mientras caminaba la vió. Sonreía. Justo al lado, un alud había enterrado la tumba de Avarosa.


Igual que su hermana, la reconoció. Solo hizo falta que sus ojos se encontraran para saber que era ella, la misma mirada sin vida que vió cuando Avarosa había desterrado a los Vigilantes al Abismo. E igual que había aparecido La Bruja del Hielo desapareció.


Sabiendo que sería su próximo objetivo supo que solo la fuerza podría defender al pueblo de la nueva amenaza. Pero el pueblo no aceptó volver a coger las armas. 


Serylda junto con sus seguidores dejó el pueblo y se marchó a su nuevo hogar. El bosque.
De esta forma los lazos familiares se acabaron de romper. Cada hermana creó una tribu, Los discípulos de Avarosa, La Garra Invernal y la Guardia del Hielo.


Durante siglos han seguido separadas, enfrentadas por sus ideales. Pero hace unos años nacieron dos niñas, Ashe y Sejuani. Se dice que son la viva imagen de las antiguas reinas de Freljord. 


El peligro vuelve acechar la ciudad.  Nada ni nadie sabe dónde se encuentra la Bruja del Hielo, y si ha conseguido su misión de traer de vuelta a los Gobernantes.
 

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